Un joven estudiante de Springfield nunca olvidará el calvario que ha tenido que pasar en Francia tras acceder a participar en un programa de intercambio de estudiantes, pero tampoco olvidará el final feliz de su historia y cómo ha acabado convirtiéndose en un héroe para los franceses.
Todo comenzó hace dos meses cuando el director de la Escuela Primaria de Springfield propuso a los padres del joven Bart Simpson que el chico pasara un trimestre aprendiendo la lengua francesa en el corazón del país del vino. Al pequeño le pareció una buena idea y se lanzó a la aventura de subir al avión en busca de nuevas experiencias, pero nada más aterrizar todos sus sueños se desvanecieron.
En Francia fue recibido por dos hombres que le llevaron a una casa destartalada en los alrededores de París y desde el primer día le utilizaron como si fuera un esclavo: le obligaban a vendimiar su cosecha, no le daban de comer o a lo sumo le alimentaban con un nabo, le pegaban si tenía la osadía de comerse una uva, le dieron su gorra roja a un burro y le hacían dormir en el suelo mientras el animal dormía sobre un montón de paja. «Si no protestas y haces lo que te decimos, el tiempo pasará más rápido», le llegaron a decir en una ocasión, y si el joven se atrevía a pedir comida, la crueldad de los franceses no tenía límites: «Trabaja como un hombre y comerás como tal», le decían.
Pero la gota que colmó el vaso de la paciencia del joven Bart Simpson llegó el día en que los dos hombres que debían cuidar de él le dieron a beber vino con anticongelante para comprobar si el compuesto tenía algún efecto negativo en su salud. Cuando vieron que el chaval no sufría ningún daño, le mandaron a comprar más botellas de anticongelante a una calle de París.
Bajo la lluvia y el frío parisino, el joven springfieldiano pedaleó descalzo sobre una bicicleta en busca del número 74 de la Rue Voltaire. Afortunadamente, el destino quiso que el joven se encontrara en la zona con un gendarme a quien pudo explicar la odisea por la que estaba pasando. Poniendo en práctica todo el francés que el chico había aprendido en los dos meses que ya duraba su estancia, pudo explicarle al agente los malos tratos a los que estaba siendo sometido y también pudo hablarle de las mezclas de vino y anticongelante que los delincuentes estaban llevando a cabo.
Horrorizadas ante el relato, las fuerzas de seguridad francesas se pusieron inmediatamente en marcha para detener a los dos delincuentes que explotaban cruelmente a este joven springfieldiano y que contaminaban impunemente el excelente vino del país.
Tras la detención de Ugolín y César, como se hacían llamar estos malhechores, el pequeño Bart Simpson ha recibido la recompensa y el reconocimiento de la sociedad francesa por su valor a la hora de denunciar a estos delincuentes. Así, la gesta del estudiante americano ha aparecido en la portada de la revista francesa ‘Newsweeque’ y el chico ha sido condecorado por el gobierno francés.
Tras esta auténtica aventura en tierras galas, el joven ha regresado a Springfield y ya se encuentra sano y salvo en casa junto a su familia.
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