Como ya anunciamos en estas páginas, Montgomery Burns iba a disfrutar el día antes de las elecciones de una cena en casa de Homer Simpson, uno de sus trabajadores en la Central Nuclear. La intención de esta cena era acercar su figura al hombre de la calle y conseguir más votos de ese sector de la población, pero las cosas no han ido como el candidato y su equipo de campaña esperaban y esta noche han perdido todas las opciones de conseguir que el viejo Burns sea el próximo gobernador del Estado, echando por tierra todo el buen trabajo que se había hecho durante la campaña electoral.
Tal y como estaba previsto, al filo de las ocho de la tarde, Burns llegaba a casa de los Simpson para disfrutar de una agradable cena junto a los cinco componentes de la familia: el padre Homer, la madre Marge, y los pequeños Bart, Lisa y Maggie. El candidato a gobernador saludó a la familia y a continuación fue recibido cariñosamente por el perro y el gato de la casa. Minutos después daba comienzo la cena con la oportuna bendición de la mesa y una ensalada verde de primer plato.
Entre bocado y bocado, la familia aprovechó para cuestionar a Monty sobre algunos puntos de su programa electoral y éste aprovechó la ocasión para dar rienda suelta a su discurso político. Burns recordó que si es elegido gobernador, bajará los impuestos y después habló de los valores que le han llevado a ser tan popular entre los votantes en tan corto espacio de tiempo. Burns se encontraba en su salsa hablando de política sin sospechar la sorpresa que le aguardaba apenas unos minutos después.
Y esa sorpresa vino en el segundo plato de la cena. En una bandeja plateada llevada hasta la mesa por Marge Simpson se encontraba Guiñitos, el pez de tres ojos, perfectamente cocinado y listo para servir. Montgomery Burns se quedó boquiabierto ante la horrible visión del pez mutante que estaba a punto de engullir. «Cuente, cuente, son tres ojos», le recordaba el pequeño varón de la familia cuando su madre destapó la bandeja. A continuación, ésta le pidió el plato al Sr. Burns y en él sirvió la cabeza del pez mutante con sus tres ojos. El tiempo se detuvo en ese momento y todos los presentes en la sala, desde la familia anfitriona, pasando por sus asesores y los reporteros que cubrían el evento, se quedaron paralizados esperando la reacción del candidato a gobernador.
El propio Burns se había encargado de decir unos días antes en un discurso televisado que el pez de tres ojos suponía una mejora de la especie con un sabor insuperable y ahora tenía la ocasión de demostrar que sus palabras eran sinceras. Monty cogió el tenedor con la mano izquierda, pinchó un trocito del pescado, lo levantó, lo mostró a los presentes y se lo metió lentamente en la boca, mientras varias gotas de sudor se deslizaban por su amplia frente. Masticó durante algunos segundos el trozo de pez mutante pero la angustia se apoderó de él y una arcada de repugnancia le hizo escupir el trozo de pescado hasta la otra parte de la sala donde los fotógrafos y cámaras se agolparon para recoger la imagen del momento.
Tras este hecho, la popularidad de Burns ha caído como un trozo de pescado escupido con fuerza hacia el suelo y sus opciones de ser elegido gobernador en las elecciones de mañana son nulas.
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